Ir al contenido

El Tepozteco

Esta vez no contaremos la Leyenda del Tepozteco, no porque no la recordemos, es la tradición oral que llevamos todos los tepoztecos. En esta ocasión valiéndonos de esas mismas fuentes, trataremos de explicar los antecedentes que tenemos de este personaje mitológico de nuestro pueblo.


Por: Humberto Robles Ubaldo


El Tepozteco, nació y vivió en Tepoztlán, no se sabe la fecha de su nacimiento, se encuentran vestigios de que existió. Se sabe que fue engendrado por el Dios del Viento. Tenía como madre a una hermosa Princesa, hija del Rey de Tepoztlán. Heredo las virtudes de ser un Dios con poderes sobrenaturales, siendo capaz de desatar tempestades de viento y con ello hacer sus principales magias y milagros. Creció al lado de unos viejecitos quienes fueron sus padres adoptivos a los que llamó desde niño “abuelos”.


Cuando los españoles llegaron a Tepoztlán, como era su costumbre, destruyeron la mitad de nuestro pueblo, dedicándose al saqueo, a la violación de nuestras mujeres, destruyendo a nuestros dioses, como sucedió

con Ometochtli.

Esto se hizo con la ayuda de los dominicos, en especial Fray Domingo de la Anunciación, mismo que se encargó de enseñarnos la nueva religión. En esta época surge el Tepozteco, que vio y sintió el sufrimiento de nuestro pueblo que estos eran obligados a desempeñar trabajos forzados en las minas de Taxco. Todos los hombres a partir de 10 años en adelante iban y donde generalmente jamás regresaban. Por esta razón el 8 de septiembre de 1535 el Tepozteco, aceptó por su pueblo el bautizo de la religión católica, convirtiéndose en el hijo de María de la Natividad. A partir de esa fecha los habitantes de Tepoztlán se les dio otro trato, pero esto no fue visto con agrado por los Reyes de Oaxtepec, Tlayacapan, Cuernavaca, Yautepec y otros lugares por lo que atacaron a Tepoztlán; Las flechas rasgaron el cielo Tepozteco, los caracoles con su sonido de guerra retumbaban en el eco de la montañas. 


Por todos lados salían guerreros que trataban de acabar con el Tepozteco que había traicionado a sus dioses. El Tepozteco desde ese momento dejaba de ser un dios para convertirse en un hombre común y corriente. La flecha y el pedernal de obsidiana, buscaban terminar con su vida para calmar la ira de los dioses. Desde ese día su queja se escuchaba por los cerros. Era el llanto de los dioses, el llanto por la traición sufrida.

El Tepozteco sale al frente. Detiene la batalla porque es él, el único que acepta ese cambio. Llama a los Reyes y principales para dialogar y no teñir de más sangre a esas montañas doradas tepoztecas. Para no derramar más sangre del sufrido pueblo. Surgió la calma y el silencio; se efectuó la reunión; habló con ellos. En su enojo no entendían palabras. Expuso el problema de su pueblo que era el mismo de la región: la esclavitud, la muerte, la destrucción de nuestros pueblos, la impotencia de luchar por la defensa de nuestras vidas. Habló con cordura, haciendo ver que la mejor medida para seguir viviendo, no era la lucha de la flecha. También en contra de las armas de fuego utilizadas por los españoles, había que aceptar esta religión para conservar la dignidad de nuestros dioses.


Al aceptarla nuestro pueblo sería respetado; nos dejarían de tratar como animales porque era triste ver el sufrimiento de nuestra gente. Reinó el silencio, se miraron unos otros, surgió la palabra, la comprensión de los demás reyes. Tenía razón el Tepozteco, sólo así se conservarían las vidas de las generaciones venideras que no recordarían este hecho como una derrota, sino como una nueva forma de subsistencia. Los presentes al fin aceptaron lo expuesto por el Tepozteco. Reunieron a sus guerreros hablándoles, exponiéndoles lo que se había acordado. Ellos aceptan la decisión de sus dirigentes llevándose a efecto una gran fiesta donde los cascabeles sonaban en las danzas acompañadas por el Teponaztli, las flautas de carrizo, el sahumerio dejaba ese aroma agradable olor a copal, de esa fecha surge una nueva etapa en la vida de Tepoztlán.